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Los estándares de salas limpias son fundamentales para garantizar que ciertos entornos mantengan un nivel constante de calidad del aire mediante el control de las partículas en el aire, la temperatura y la humedad. Estos estándares están clasificados por organizaciones internacionales, siendo ISO (Organización Internacional de Normalización) una de las más destacadas. Las clasificaciones ISO 7 e ISO 8 representan diferentes niveles de limpieza del aire, cada una adecuada para industrias y aplicaciones específicas. Comprender estos estándares es esencial para cualquier persona involucrada en el diseño, construcción u operación de salas blancas.
Las normas ISO 7 para salas blancas se consideran una de las más estrictas de las clasificaciones ISO. Exigen entornos altamente controlados para limitar la cantidad de partículas en el aire, particularmente en el rango de 0,5 a 5 micrómetros. Los requisitos clave incluyen:
Las aplicaciones prácticas de las salas blancas ISO 7 se encuentran principalmente en industrias de alta tecnología como la farmacéutica, la biotecnología y la fabricación de semiconductores. Estos entornos son cruciales para procesos que requieren una pureza del aire extremadamente alta para evitar la contaminación.
Los desafíos para mantener el cumplimiento de ISO 7 incluyen el monitoreo y mantenimiento frecuentes de los sistemas de filtración de aire, el estricto cumplimiento de los protocolos de procedimiento y las auditorías periódicas. Estos requisitos pueden consumir muchos recursos, pero son necesarios para garantizar la integridad de los productos fabricados en estas salas blancas.
A diferencia de ISO 7, las normas ISO 8 están diseñadas para un control menos estricto de las partículas en el aire. Estas salas blancas pueden funcionar con recuentos de partículas más altos en comparación con ISO 7. Los recuentos máximos de partículas permitidos en una sala limpia ISO 8 son:
Las industrias que normalmente cumplen con los estándares ISO 8 incluyen el procesamiento de alimentos y bebidas, el ensamblaje de productos electrónicos y la fabricación en general. Estas salas blancas son suficientes para entornos donde es necesario cierto nivel de pureza del aire, pero no en los niveles extremos requeridos por ISO 7.
Una comparación lado a lado de las normas ISO 7 e ISO 8 resalta las diferencias en la cantidad de partículas, las reglas de movimiento del aire y los cambios de aire requeridos por hora.:
ISO 8: Máximo de 35.200 partículas mayores de 0,5 micrómetros y 44 partículas mayores de 0,3 micrómetros por metro cúbico.
Cambios de aire por hora (ACH):
ISO 8: Requiere al menos de 4 a 10 ACH para cumplir con los estándares.
Filtración de aire:
Los escenarios del mundo real donde la elección entre ISO 7 e ISO 8 afectaría significativamente los costos operativos y de cumplimiento incluyen:
La implementación y el mantenimiento de las normas ISO 7 e ISO 8 implica importantes consideraciones financieras. Exploremos las implicaciones de costos.:
ISO 8: Costes iniciales más bajos, ya que son suficientes filtros HEMF y protocolos menos estrictos.
Mantenimiento continuo:
Los estudios de caso de organizaciones que han cambiado entre ISO 7 e ISO 8 incluyen:
Garantizar el cumplimiento de las normas ISO 7 e ISO 8 requiere prácticas sólidas de mantenimiento y monitoreo regular:
ISO 8: Realice reemplazos de filtros de rutina y mantenimiento básico de HVAC, con requisitos de procedimiento menos estrictos.
Métodos de seguimiento:
ISO 8: Utilice herramientas de monitoreo y sistemas de registro de datos más simples para rastrear el recuento de partículas y la calidad del aire.
Tecnologías y herramientas:
Seleccionar el estándar de sala blanca adecuado es crucial para garantizar la calidad del producto, la eficiencia operativa y el cumplimiento de las regulaciones de la industria. Las normas ISO 7 son ideales para entornos de alta pureza como la fabricación de productos farmacéuticos y semiconductores, mientras que las normas ISO 8 son adecuadas para industrias menos estrictas.
El equilibrio entre lograr estándares estrictos y mantener la eficiencia económica es clave. Las empresas deben evaluar sus necesidades específicas y los requisitos de la industria para determinar el estándar de sala limpia más adecuado. Al considerar cuidadosamente estos factores, las organizaciones pueden optimizar sus operaciones y alcanzar sus objetivos de calidad y costos.